Alejandro Machado, cronista de Buenos Aires

Patrimonio Histórico

 

Entrevista a Alejandro Machado, investigador, especializado en arquitectura de autor de Buenos Aires entre 1880 y 1930. Es oriundo de la localidad bonaerense de Punta Alta, y reside en la ciudad de Buenos Aires.

Reconocido por su difusión activa del patrimonio arquitectónico porteño, Alejandro Machado también es guionista de radio y televisión de amplia trayectoria, y escribe, entre otros, para el periodista Beto Casella desde 2005. Como investigador, especializado en arquitectura de autor de Buenos Aires entre 1880 y 1930, es creador de blogs con maravillosas imágenes que rescata de archivos o registra, cámara en mano, en una ciudad que conoce como pocos.

–¿Cómo comenzó todo?

–Nací en 1968 en Punta Alta, sureste de la provincia de Buenos Aires. Allí había solo cuatro edificios altos: uno de ellos era un castillo neomedieval que construyó un “capomastro” italiano. Cuando se recuperó la democracia, el nuevo intendente mandó demolerlo por seguridad. Dice mi madre que me enojé tanto que estuve tres días sin salir, masticando bronca. Era el símbolo del barrio: hasta había un bar y club social llamado “Defensores del Castillo”. A los 15 años ya me di cuenta de lo que significaba perder una obra de arquitectura…

–¿Y Buenos Aires?

–Me vine a vivir a Buenos Aires y en 2005 tuve una pancreatitis que casi me mata. Quedé muy mal, física y mentalmente, y comencé a caminar la ciudad, cámara en mano. Descubrí que de los diez edificios que más me gustaban cinco estaban firmados por Virginio Colombo. Comencé a recabar información y a colgar fotos en la plataforma Blogger. Los libros antiguos o las revistas especializadas nunca mostraban toda la obra de los autores, solo la fachada, o algún plano. El blog me permitió poner hasta cincuenta fotos de cada fachada. Mientras iba a buscar a pie un edificio de Colombo, descubrí otros arquitectos que me fascinaban: Palanti, Gianotti, García Nuñez, Pedrotti…

–Te especializaste en la arquitectura de autor de 1880 a 1930…

–Hay una riqueza única en ese periodo, porque la mayoría de esa parte de la historia tiene muchos estilos distintos por la inmigración europea. Buenos Aires es una ciudad única, en una cuadra encontrás un edificio hecho por un español, un francés, un italiano, un húngaro, un alemán, un suizo, un austríaco o un inglés. Eso no pasó en ninguna otra urbe americana en esta proporción tan masiva. Los inmigrantes tenían dos características fundamentales: primero, “conciencia de minoría”, o sea, la certeza de “somos pocos en tierra extraña, así que mejor que la plata circule en nuestra comunidad”. Un edificio pagado por un “tano” era proyectado y construido por otros “tanos”. Hay cincuenta años de una ciudad que casi responden a una imagen europea y argentinos que estudian con maestros franceses, italianos y suizos.

–Buenos Aires tiene muchos períodos en su arquitectura…

serío infame entre 1580 a 1750, sin materiales nobles, sin mármoles, sin madera de calidad para construir, sin albañiles capaces… ¡La cúpula de la Catedral se cayó tres veces! Cuando España comienza a ver que Portugal avanza, crea el Virreinato y allí las instituciones crecen. La segunda capa es de Rivadavia, quien trae los primeros ingenieros italianos e ingleses para “descolonizar” la arquitectura. La Generación del 80 va a construir cientos de escuelas, asilos, casas de gobierno y crea lo que se llamó “La París de Sudamérica”. La Década Infame también rompe con esa ciudad, con la aparición del art decó y el racionalismo. Se crean las sedes del Banco Nación, la AFIP, el Ministerio de Economía, de Defensa y otros… Otra gran demolición vino con la ley de propiedad horizontal de 1948, un boom de la construcción. En el peronismo se construyó muchísimo, se tiraron miles de edificaciones de 1900; barrios como Once o Belgrano fueron arrasados. También hubo una masiva construcción civil, que se ve en las firmas en 1950, cuando se obligó a los arquitectos a poner “Año del Libertador General San Martín” amurada en metal en la fachada.

¿Qué te parece la arquitectura de otros períodos o la más contemporánea?

–Sin duda me atrae el Art nouveau, el academicismo francés, el neorrenacimiento italiano y el art decó. El racionalismo, la Bauhaus, el estilo internacional no me resultan atractivos desde lo estético, aunque para vivir un edificio racionalista es lo mejor. Del movimiento moderno me gustan Oscar Niemeyer y Alejandro Bustillo, con su intención de hacer un arte nacional, mezcla de monumentalismo, racionalismo y orden academicista.

–Las organizaciones defensoras del patrimonio arquitectónico no cesan de denunciar su destrucción. ¿En qué situación crees que estamos hoy?

–Hay muchas variables y la economía es el principal problema. Se construye en pesos y se vende en dólares… Las ONG tienen una lucha desigual. Colaboré cuatro años con Basta de Demoler denunciando la inminente demolición del teatro El Picadero en 2007. Gracias a la Asociación Argentina de Actores, Argentores y la prensa, se pudo salvar. Es un hecho que la construcción es un tremendo motor: donde había una mansión parquizada, hoy hay una torre con ciento cincuenta departamentos. Pero trae pérdida de luz solar, recargo de infraestructura, contaminación auditiva, falta de presión de agua. Eso es planificación urbana, una tarea del gobierno de turno. Es evidente que se están destruyendo muchas edificaciones anteriores a 1941. La ciudad propone enrasar todas las avenidas con el promedio de los dos edificios más altos. Le conviene por el ABL, es lógico.

–El crecimiento urbano parece inevitable, ¿cómo crees que sería deseable?

–En primer lugar, pensemos que no se forman arquitectos para restaurar, sino para proyectar cosas nuevas. La materia sobre preservación en la UBA es optativa… Creo que habría que crear una “Lista de Schindler” del patrimonio, elegir edificios y tipologías para salvar. Y hacer uso del crowdfunding, el nombre nuevo del micromecenazgo. Si hay vecinos interesados en el patrimonio arquitectónico, pueden aportar dinero, por ejemplo, para rehacer una cúpula en un edificio existente. En este momento hay como cien edificios decapitados que le darían brillo a la ciudad.

Por Pablo Sáez

Fuente. www.ebcprensacooperativa.net.ar

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La Rayuela es socio fundador de EBC

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