Otro conflicto educativo en CABA: familias y docentes buscan evitar el pase a jornada completa de unas 30 escuelas

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Las tomas efectuadas en instituciones a finales de septiembre se sumaron a un pedido anterior contra el Ministerio de Educación porteño. Es el rechazo al cambio de modalidad de dictado de clases en una treintena de escuelas que los supervisores adelantaron de manera informal a los directivos correspondientes. Horarios de trabajo, actividades recreativas en turno vespertino, deficiencias para absorber los nuevos cursos e interrogantes en la vinculación docente son algunas de las razones por las que este sector ha efectuado abrazos, planteos judiciales y junta de firmas para frenarlo.

 

Los tiempos de escolarización forman parte de un histórico debate en el ámbito educativo, aunque en la Argentina el consenso marca que por el déficit escolar y el rol social que las escuelas cumplen, los distritos tienden a desarrollar la jornada completa.

En este enfoque el Ministerio de Educación de la Nación anunció en abril de 2022 que su cartera financiaría la extensión horaria en las escuelas, otorgando 18 mil millones de pesos para tal fin a cada provincia, la cual determinaría cómo organizar el nuevo régimen. En la Ciudad de Buenos Aires, una treintena de escuelas hasta ahora de jornada simple recibió la notificación-de manera informal- del cambio de modalidad, volcándolas hacia la jornada completa.

La decisión puso en alerta a grupos de padres/madres, docentes y comunidades educativas, que cuestionan lo intempestivo del proceso, defienden la permanencia de la jornada simple y advierten sobre el impacto que pasar al nuevo régimen tendría en establecimientos sin infraestructura, organización y personal docente para ello.

Todo está regido en la informalidad y la ausencia de una resolución escrita. Para los sectores que se oponen, el apuro en tomar la decisión de manera inminente se debe a la fecha límite fijada por Nación para adherir al programa y recibir la financiación correspondiente. Al elaborar esta nota, se estableció contacto con funcionarios del Ministerio de Educación de la Ciudad, pero no hubo respuesta.

“Todo empezó días antes de las vacaciones de invierno. Se les empezó a decir a los directivos de los colegios afectados que pasarían a jornada completa desde agosto, solo con un mes de plazo. Las familias afectadas comenzamos a armar grupos de Whatsapp primero internos y luego uniendo a los establecimientos”, cuenta Mariana Kooler, quien dentro de estas iniciativas de visibilizar el tema creó la cuenta de Instagram “Salvemos la Jornada Simple”.

Los alumnos/as con discapacidad que requieran una maestra especial para ayudarlos en la integración a la educación normal, los horarios laborales distintos al clásico de oficina, la concurrencia a actividades extraescolares como deporte, música o idioma o hasta la voluntad de pasar más tiempo con sus hijos/as fuerzan a los progenitores nucleados en estos grupos a no ver con buenos ojos que su escuela adopte la jornada completa.

Buscando evitar que sean puestos al “chantaje” al que califican el elegir entre cambiar de institución o modificar por completo la rutina formada hace años en la familia para que permanezcan junto a sus compañeros, están en movilización para evitarlo. Por eso, realizaron en las últimas semanas “abrazos” a las escuelas, junta de firmas y acciones de amparo en la Justicia.

Cómo afecta a las familias

“Tengo un hijo en 6to y una nena en 1ro, y ambos van desde chicos a una escuela en Montecastro (la Nº 14 del D.E. 12). Pese a que en el medio nos mudamos a Parque Patricios, decidimos dejarlos porque estábamos más cerca del trabajo por cualquier problema. Mi marido es encargado de edificio y tiene horario cortado, de 7 a 12 y de 17 a 20 horas y yo tengo horarios similares. La jornada simple es ideal porque él recoge a los chicos, les da de comer, hacen la tarea y está con ellos”, menciona María Rutkowski.

“Mi hijo hace desde los 3 años fútbol infantil en Huracán, en horario vespertino. Desde que está la posibilidad del cambio de modalidad, está llorando. Está a un año de terminar el Primario, ya encargamos el buzo de egresados, y él quiere hacer 7mo con sus compañeros. Pero si esto sigue, lo van a tener que hacer elegir entre su grupo de la escuela y el del club, donde también tiene pertenencia. Es terrible”, ejemplifica María.

“Va a ser un cambio innecesario, arbitrario y brusco. Estamos desesperados porque las semanas próximas son cruciales”, indica en el mismo sentido Alejandra Jagoe. Ella, madre de un nene de 6to grado de la Escuela 14 D.E. 18, aclara que no está en contra de las escuelas de jornada completa, pero “siempre que se construyan nuevas para ello”. También hace foco en que la infraestructura no está preparada en muchos establecimientos, al punto que ante la ausencia de comedor, prevén que el almuerzo se sirva en las propias aulas.

Alejandra destaca que desde lo legal, se ha establecido un amparo colectivo asesorado por la Defensoría del Pueblo. Pero desde la Justicia lo desestimaron, al enfatizar que cada escuela está en una situación distinta en su infraestructura y condiciones para absorber la nueva modalidad. Por ello, ahora insistirán con amparos con los casos particulares.

Cómo lo viven los docentes

Entre el personal docente no hay menos incertidumbre. “Hay un montón de interrogantes para los que no hay respuesta. Nosotros elevamos cartas en julio, agosto y septiembre a la supervisión. Nos preguntamos cuál es el sentido de este cambio, por qué no se consulta a la comunidad y cuestiones pedagógicas como de qué manera será el vínculo con alumnos que no se conocen y se juntan, o cómo se trabajará entre cursos que hayan visto ciertos temas distintos”, cuenta Silvina Gago, a cargo de un curso en la Escuela 7 del D.E. 12.

La docente cuestiona que este escenario irrumpió “en el primer año de estabilidad emocional tras la pandemia”. “Estábamos terminando un ciclo lectivo con recuperación de vínculos, actos escolares, horario de entrada y salida, y todo eso se ve alterado. Además es algo deshumanizante porque parece que fuerza a la expulsión a aquellas familias que no se puedan o quieran adaptar. Va contra la idea de comunidad que las escuelas buscan formar”, plantea asimismo.

Desde el margen de acción sindical, Ademys puntualiza que en la decisión se esconde un ajuste presupuestario. “Un cargo de jornada completa es más barato que dos de simple. También, al haber reducción general de cargos de jornada simple, no es seguro que todos los titulares puedan tomar cargos equivalentes en otras instituciones, mientras que suplentes e interinos podrían quedar cesantes”,  expresó en un comunicado sobre el tema.

Mateo Lazcano

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