2 de Abril. 40 años y un viaje en el tiempo

Esta es la mirada de alguien que no estuvo en Malvinas , pero es interesante desde el lugar que uno de nuestros colaboradores vivió la guerra y esa oscuras horas por las que atravesaba el país. La compartimos con nuestros lectores que seguramente al leerla se retrotraerán a ese período con todas sus vivencias.

Una fecha dura y difícil en lo personal, en lo afectivo. Como la del 24 de Marzo, son recuerdos, memoria de hechos colectivos y personales. Tiempos de una dictadura militar (la de Galtieri) que no tuvo piedad alguna, tomó la causa Malvinas para mantenerse en el poder cuando todo se derrumbaba y se inició a la aventura de la guerra contra Gran Bretaña, apoyada por los Estados Unidos y la OTAN. Pero, a pesar de ello, mi sentimiento está con quienes pelearon y lucharon en las islas. En ese entonces se habló de los chicos de la guerra. Cada soldado hizo lo que pudo dadas las circunstancias, la floja preparación y las diferencias con el rival inglés. Pero, la valentía, el coraje y el compromiso puesto allá nadie podrá cuestionar nunca. Muertos en las islas, en el mar, en el aire. Heridos. Los suicidios, la muerte silenciosa tras la guerra. Y ahí pude estar YO, pude haber sido uno de ellos. Con número bajo festejé como todo adolescente que me salvaba de la colimba ese día del sorteo en el Colegio, recuerdo las gastadas a quienes tenían que hacer el servicio militar obligatorio. Cuando se recuperaron las islas todo era preocupación, ni hablar del hundimiento del crucero General Belgrano. La cédula de citación militar de convocatoria para el servicio llegó a casa pero nunca pudo ser respondida…

Un accidente de tránsito con mi moto a punto estuvo de terminar con mi vida, los médicos también lograron salvar mi pierna izquierda. En la internación en el hospital Fernández, durante varios días tuve una guardia militar a la entrada de la habitación, había sido declarado desertor de guerra. Lo que tuvo que hacer papá para que los milicos se dieran cuenta que el accidente de moto había sido sólo eso. Durante la larga internación compartí días y días de charlas que jamás se me borrarán en la mente y en el corazón con soldados heridos que regresaban de las islas, eran pibes de mi edad en un hospital que había sido evacuado para recibir heridos de guerra y donde sólo se habían quedado los pacientes más graves como YO. Pibes que antes de la guerra vivían en el interior profundo, no recuerdo nombres sólo rostros e imágenes de soldados que contaban acerca de los horrores de la guerra, con quienes cantábamos canciones de Sui Géneris, Almendra, de Charly, de León Gieco. Y pude haber sido uno de ellos. Estoy con ellos en el recuerdo, en la memoria. Me pongo de pie y miro al cielo pensando en quienes quedaron en las islas para siempre. Honro su historia, su memoria. Creo que mi adolescencia, una parte de mi vida se quedó con ellos. Por esas cosas de la vida no estuve allá, pero en el corazón guardo los relatos desgarradores de cada uno de esos pibes que conocí en el Fernández y que me hicieron crecer de golpe. Lo otro, lo de la dictadura militar es claramente imperdonable.

Claudio Morales

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