Francesca Abbruzzese comparte 94 años de recuerdos

Devoto Historia

En Villa Devoto, Quica como la llaman sus seres queridos, habita hace 67 años en la misma casa. Aunque remodelada, conserva la ventana en el frente, testigo de situaciones que tuvieron lugar en “su calle”: Joaquín V. González.

Con una lucidez propia de 20 “abriles”, revivió a través de un relato único sobre: viejas fotografías, anécdotas trascendentes de su vida y observamos los presentes, la intensidad del brillo de su mirada, según los temas abordados.

De La Italia a La Villa Devoto

Quica llega a la Argentina a la edad de 3 años junto a su madre y hermanita. El vapor que las trajo desde el puerto de Nápoles fue el “Martha Washington”. Vivían en Melissa (en la región Calabria) y arribaron al puerto porteño el día de la bandera de 1930. Su padre había llegado primero desde aquel pueblo en 1926. En plena crisis mundial, se suman a miles de familias que vivieron ajustadamente, en este caso en un inquilinato del barrio Paternal. Siendo preadolescente fue aprendiz de costura para poder ayudar a sus padres, dejando de asistir a la escuela primaria. Nuestra protagonista evoca con una sonrisa las primeras imágenes que vienen de Villa Devoto, de esos años. Junto a su primer noviecito y vecino, los domingos les gustaba pasear en el tranvía 85 (Caballito – Villa Devoto). Así conoció: la plaza Arenales, sus típicas diagonales, la estación Devoto (línea San Martín), entre otros sitios.

El civil”, en la av. S. M. del Carril con mudanza a Villa Devoto

Pasarían pocos años y fue en el club Fénix (Vallejos al 4500) donde conoce durante un baile a su futuro esposo, Enrique Troncaro. Destacó que era buen bailarín y que vivía en la casa donde nos encontrábamos: J. V. González al 4700.

En 1956, los recién casados vivieron con la mamá del flamante marido. En ese entonces todos pagaban un alquiler. Fue recién en 1963 cuando el matrimonio compra esa misma propiedad, remodelándola en los años siguientes. Aún conserva la familia algunos recuerdos traídos de Italia como un cubrecama confeccionado en telar (cuberta, en italiano como nos señaló). Su hija Silvana, nos trajo fotos en “blanco y negro” para acompañar los testimonios. En una de ellas, está la pareja recién casada con familiares a la salida del antiguo registro civil en la avenida S. M. del Carril 3231. Luce un vestido claro, a la moda y muy elegante. No tenía nada que envidiarles a las actrices italianas del cine de oro. Por detrás del grupo familiar, en la vereda de enfrente aparecen dos casas que ya no existen. En otra, está su retrato (foto de estudio de época) visible sobre la mesa y en el costado izquierdo: Quica hoy, tomada durante la entrevista.

Ni shopping ni delivery

Conversando sobre los lugares donde hacía las compras, su mano señaló en dirección a las calles J. V. González y C. A. López.  En una de las ochavas existía un almacén. Actualmente encontramos esta propiedad tapiada y en malas condiciones. Rememora el apodo de su propietaria “La Chona”. Luego otro, en Chivilcoy y Mosconi, aquí solían comprar “fideos por kilo”. Partiendo desde la avenida Mosconi y J. V. González (en dirección a Chivilcoy), se instalaba dos veces por semana una feria itinerante. El largo aproximado de ésta era de 300 metros. Cada rubro tenía su puesto que ofrecían alimentos (de los más variados), bazar, ropa, etc. Algunos de los vendedores, era gente del barrio. Salvando estas posibilidades, había otros comercios sobre la avenida San Martín al 7000 como la panadería “Los 3 reyes magos”, actualmente remodelada.

Trolebuses y paredones

A pocos pasos de su casa, está el Polideportivo Parque Onega (Gabriela Mistral 3800). Anteriormente había un gran estacionamiento. Lo definió con las palabras: “feo, oscuro y peligroso”. En este sitio se estacionaban una vez cumplida la jornada (durante toda la noche): los trolebuses. Los rodeaban paredones  poco iluminados y faltos de mantenimiento. Nos indicó que los vecinos y su familia elevaron en repetidas ocasiones, a las autoridades del gobierno, una petición para la mejora del lugar. Cuando este tipo de transporte eléctrico quedó en desuso, fueron reemplazados por autos oficiales, quedando el predio vacío después de 1978.

En ese instante, el rostro de Quica se distiende cuando aparece entre los presentes Loly, su perrita caniche. Recuerda que los cambios esperados por la vecindad devotense, en aquel sitio en cuestión, comenzaron con F. Suarez Lastra (Intendente 1987-1989). Por fortuna, ya no quedan vestigios de los paredones y de su lóbrega atmósfera. En su reemplazo, con el transcurso del tiempo se fue construyendo un espacio recreativo. Es conocido con el nombre de Polideportivo Ermindo Onega (1939-1979). Rinde tributo a este futbolista argentino del club River Plate que integró la selección argentina.

Se conjugan en su predio mesas, árboles, canchas de fútbol, tenis, básquet, pista de patín, instalaciones sanitarias, etc. Un lugar destacado y abierto para todas las edades. Cabe aclarar que, en una placa de bronce, figura el nombre original: “Parque Polideportivo Devoto, en el primer aniversario de su inauguración, al servicio de su comunidad 20-6-89”. Al 23 de octubre del corriente año, hemos constatado su reapertura, con los protocolos de público conocimiento.

Financiera con plata dulce

Otro dato que nos trajo su memoria, fue sobre el predio que ocupa hoy la conocida “Nueva Escuela J. N. Bialik” (av. Mosconi 3845, inicial, primario y secundario). Antiguamente allí, había una casa con jardín a la calle donde los chicos del barrio y los niños de Quica ingresaban como parte de sus juegos y escondites. Luego, existió una financiera. En 1970 los integrantes de la familia vieron desde la ventana del comedor, las cámaras de televisión y largas filas de clientes. Estos protestaron ante las puertas cerradas de la financiera por la falta de respuesta sobre la devolución de sus ahorros. La financiera había quebrado y los responsables habían salido “mutis por el foro”, sin dejar rastros.

Apellidos y nombres en el barrio…

Quica, continuó por décadas con su profesión de modista. Realizó confecciones por 25 años para la boutique de CHELA (actualmente en Habana 3714) y recibía las clientas en su casa. Algunas de ellas pertenecieron a la colectividad judía y recomendaron la profesionalidad de la señora modista. También agrega a una famosa cantante: Julia Zenko. Vivió su adolescencia en un edificio de Mosconi y J. V. González. Recuerdan Quica y su hija su simpatía y cuando pasaba con la guitarra a tomar clases de música o se dirigía a la Escuela J.N. Bialik.  Algunos apellidos del barrio portaron la impronta italiana: los Trevisan, Tufano, Zanone. En fin, en aquellos años todos se conocían, como era habitual.

Una vida de trabajo, con poco tiempo libre

En la época que los vecinos salían a la vereda con sus sillas –a conversar-, solían invitar a su suegra Antonia Pípolo y a ella a tomar mate. Pero debía cumplir con su trabajo de costura, ante todo. Así quedaba sólo con la compañía de su máquina de coser puertas adentro. Pero en las noches de verano solía concurrir con Enrique y sus tres hijos a los corsos de Villa del Parque.

Agradecemos a Quica Abbruzzese, su hija Silvana e Inés su sobrina, quienes gentilmente con los cuidados propios que trajo la pandemia, nos abrieron la puerta a los recuerdos de familia, al pie de la “famosa ventana”.

María Fernanda Gómez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *