Original protesta frente al INDEC

Con la consigna “Mejor reír que llorar”, un grupo de personas se reunió en estos dias frente a la puerta del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), de la avenida Julio A. Roca 615, para llevar a cabo una original protesta frente a la que consideran administración inconveniente del  Gobierno nacional con respecto a ese organismo.

 

Castigat ridendo moris (castigar riendo a las costumbres). La frase atribuida al poeta francés Jean de Santeuil, que desde el siglo XVII ha sido la divisa de la comedia, cobró ayer renovada vigencia cuando varias personas hicieron objeto de bromas y carcajadas a las cifras que difunde el Instituto, en tanto algunas se animaron a improvisar un carnaval carioca.

La actividad, que se realizó precisamente el día de los Santos Inocentes, fue organizada por el Partido Socialista Auténtico, que adhiere a Proyecto Sur, y contó con la presencia de su secretario general, Héctor Mazzitelli.

«Venimos a responderle al INDEC de la forma más conveniente en el día de los Santos Inocentes: riéndonos. Mucha gente se ha reído con nosotros; esto quiere decir que ya nadie cree en este Instituto», dijo en la oportunidad el nombrado referente.

En sus palabras, a la incredulidad se suma “la bronca que genera que nos digan que hay una cantidad de gente que ya no es pobre o indigente, cuando vemos lo contrario”. Y destacó  que “si bien no estamos en la situación del 2001-2002, estamos lejos de los índices que comunica el Gobierno».

En su opinión, el organismo perdió toda credibilidad desde que difundió “que con 1.600 pesos por mes una familia dejaba de ser pobre, que con 700 pesos mensuales salía de la indigencia y que era posible realizar las cuatro comidas diarias -desayuno, almuerzo, merienda y cena- con 6 pesos”.

Y prosiguió: «Esto es tan absurdo, tan grotesco, que nos genera la alternativa de reír o de llorar; y preferimos dar una respuesta que no se encuadrara dentro de las formas tradicionales, como la queja y el llanto; una respuesta desde la alegría, desde el saber que las cosas se pueden cambiar, y se pueden cambiar para bien”.

Y citó a Discépolo: “’El que no llora no mama’, dice el tango; pero nosotros elegimos reírnos porque la risa es alegría, es optimismo y porque tenemos la firme convicción de que esto va a cambiar».

(Otro tango, Otario que andás penando, de Alberto Vaccarezza con música de Enrique Delfino, expresa: “Si tras la noche oscura / siempre asoma el sol / y de la vida hay que reírse / igual que yo. / Jajarai, jajai, jajá, / jarajajai, jajai, jojó…”).

Asimismo, Mazzitelli enfatizó: «Queremos terminar el año con buen humor y con ironía, sin pelearnos, pero entendemos que el Gobierno nacional no puede seguir sosteniendo esta viveza criolla: por eso hacemos esta propuesta. Entendemos que la risa es una forma de comunicación; también es una manera de unirnos. Esta es nuestra forma de buscar los cambios por otros medios».

Fuera de broma, el dirigente socialista propuso que el Instituto “sea refundado sobre la base de un gran consenso que convoque la atención de científicos, matemáticos, académicos, mujeres y hombres de bien que le devuelvan la seriedad” y estimó que “los números no sólo tienen que ser correctos sino también creíbles” y que “si hoy el INDEC diera un índice cierto, nadie lo creería”.

Recordó al respecto que ese Instituto “empezó a falsificar los números hace ya prácticamente seis años” y que “al principio eran pequeñas distorsiones de la realidad, pero con el tiempo esas pequeñas distorsiones hacen que las cifras que nos estén dando sean ridículas”.

Hizo saber, además, que “la propia directora del Instituto, Ana María Edwin, dice que estos números no tienen valor” y se preguntó: “¿Entonces, para qué los hacen? Son números inventados, ficticios, que crean una realidad artificial”.

Mazzitelli continuó: “Algunos dicen que los opositores no les creen, pero tampoco les creen en el oficialismo: yo no he escuchado a ningún diputado ni a ningún senador decir que las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos son correctas”.

Seguidamente instó a recuperar la credibilidad del organismo, no sin antes citar un viejo refrán: “En boca de un mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.

Evaluando la repercusión del acto, observó: “Mucha gente que pasó por aquí ha esbozado una sonrisa, algunos se han reído y otros hasta han estallado a carcajadas: era lo que estábamos buscando, porque la alegría nos va a dar el optimismo suficiente como para encarar los cambios que son necesarios”.

Castigat ridendo moris.

 

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