SANTILLI: “Iniciamos una  fuerte política de cambio respecto de la higiene de la ciudad de Buenos Aires”

El ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, Diego Santilli, concurrió a la Comuna 11 para explicar la nueva política de higiene que está implementando la dependencia a su cargo.

Lo hizo durante una charla que dio frente a una concurrencia que desbordó las instalaciones del bar notable El Tokio, ubicado en la avenida Álvarez Jonte 3550, en el límite entre los barrios de Villa del Parque y Villa Santa Rita. La actividad fue organizada por el responsable del área de Espacio Público de la Junta Comunal 11, Julio Goitía.

“Estamos recorriendo barrio tras barrio porque hemos decidido una fuerte política de cambio respecto de la higiene de la ciudad de Buenos Aires, a ver si de una vez por todas podemos desterrar la falta de higiene y mejorar la ciudad”, comenzó diciendo el funcionario.

Seguidamente, informó que “los rellenos sanitarios donde la basura se va todos los días están abarrotados, y tenemos que empezar a ser sustentables”.

Explicó que “sustentables significa que tenemos que tratar lo que producimos, y la ciudad de Buenos Aires produce seis millones de kilos de basura por día, con una complejidad adicional, que es que en nuestra ciudad viven tres millones de habitantes y tres a tres y medio millones vienen todos los días a nuestra ciudad”.

Calificó a esa situación de “atípica con respecto a muchas ciudades de diferentes lugares de nuestro país” y “de otros países también”, y estimó que “cuando uno va de la periferia, o sea del barrio, hacia el centro o hacia las avenidas, empieza a notar la situación cada vez peor, y cuando llega al microcentro siente que está en un desastre”.

Y definió que “el objetivo central es reducir la cantidad de basura que producimos y tener una ciudad más limpia”.

“Para eso no inventamos la pólvora, sino que empezamos a estudiar qué es lo que hacen las ciudades más importantes del mundo y algunas ciudades de nuestro país; sin ir más lejos, Rosario es un ejemplo: es una ciudad que está rodeada por barrios de emergencia y sin embargo está limpia. Fueron años de trabajo, no es que se hizo de la noche a la mañana, y en algún momento hay que empezar” dijo a continuación.

Y anunció: “Lo que nosotros empezamos a  diagramar es un plan integral de higiene”.

 

Los contenedores

 

En ese sentido, afirmó que “lo primero que tenemos que hacer nosotros es terminar con la bolsa en la calle, porque la bolsa trae más bolsa, y la bolsa trae más suciedad, y donde hay una bolsa aparece otra bolsa y donde aparece otra bolsa viene el tubo fluorescente de un comercio, el inodoro de un vecino -y doy este ejemplo porque hay muchos inodoros en las veredas-, la alfombra de la vecina, colchones, armarios, etcétera”.

Abordando el tema de los contenedores, estimó que “el contenedor plástico es chico, es incómodo, hay que levantar una tapa, se rompe, lo roban, se quema, lo mueven, se pierde por año el 30 % de ellos”.

Y prosiguió: “Empezamos a estudiar otros contenedores, y lo que hay hoy en el mundo en oferta son los metálicos, y empezamos a instalarlos”.

Recordó que “era imposible controlar una cuadra cuando todos sacábamos todo afuera” y, a medida que se fueron instalando los nuevos contenedores, observó: “En barrios en los que ya hemos completado el cien por ciento, Lugano, Soldati y Villa Riachuelo, empezamos a notar que si había una cuadra con cien bolsas, ahora hay treinta, y podemos controlar cuáles y de quién son”.

Fue así, dijo, como comenzaron “a detectar problemas” y admitió: “El primer problema somos nosotros: las empresas que mantienen las plazas barren, cortan el pasto y dejan la bolsa en la cuadra; si hay un contenedor ¿por qué no la ponen adentro? El Estado les paga para que limpien”.

Informó que “el segundo tema es el barrendero que pasa, barre

y deja la bolsa en el medio de la vereda, al lado del contenedor”, y por otra parte contó: “En Lugano, cuando me tocó recorrer la zona de casas bajas, toqué el timbre, salió una vecina y le pregunté por qué, cuando el contenedor lo tenía exactamente a ocho metros, había puesto la bolsa en el árbol de la puerta de su casa; y la vecina me dijo ‘porque hace cuarenta años que hago esto’, y tenía razón, los hábitos no se cambian de la noche a la mañana; se cambian con educación, con explicar, con concientizar… y eso es lo que nosotros estamos haciendo, no es cuestión de poner el contenedor e irse”.

Después anotició de la implementación de un sistema de “contenedor negro y contenedor verde, el contenedor negro es el de la basura y el contenedor verde es el de papel, cartón, plástico, vidrio y botellas”.

Dijo al respecto que “este es un proceso que en muchas ciudades del mundo tardó de diez a quince años” y que no se trata  “sólo de poner los contenedores, también tenemos que  facilitarles las cosas a la gente”.

“Empezamos esa concientización por las escuelas públicas: hoy el 40 % de ellas tienen estos tachos y todos los chicos, todos los docentes y todo el personal de maestranza ya separan”, precisó.

Finalizando el tramo de la charla dedicado a los contenedores, anunció que “a mayo del año que viene, toda la ciudad tiene que tener los dos tachos, toda la ciudad tiene que estar con el verde y el negro”.

 

Rol del cartonero

 

“Llevar eso a la práctica también tiene otra realidad”, dijo después para introducir el rol del cartonero quien, en sus palabras, “abre la bolsa, la rompe, deja en la calle lo que se llama el diseminado y otra vez tiene que venir el barrendero”.

“Y eso lo pagamos. En cualquier ciudad del mundo, en Rosario, por ejemplo, se barre una vez al día, y en la ciudad de Buenos Aires hay lugares que nosotros los barremos siete veces al día: en Perú y Diagonal Norte, siete veces al día pasa el barrendero”, protestó.

A renglón seguido, definió al cartonero como “una realidad que llegó a nuestro país en la crisis del 2001” y planteó la disyuntiva de “cerrar los ojos y decir que no existe esta realidad, o sentarnos y tratar de resolverla”.

Al respecto, hizo saber que “la ciudad ha resuelto que el reciclable que empiezan a generar los barrios se lo lleve la cooperativa que tiene la zona, para que los recuperadores urbanos o cartoneros trabajen, operen, procesen, vendan, comercien y se lleven su dinero todos los días, pero que no abran más la bolsa”.

Y continuó: “Para eso hemos construido grandes centros verdes, donde hoy están operando unos cuantos cientos de cartoneros o recuperadores urbanos”.

Anotició luego que “a la ciudad de Buenos Aires ingresan unos ocho mil cartoneros por día, porque en una cuadra de la ciudad de Buenos Aires encuentran lo que en treinta de La Matanza, cuarenta de Vicente López y cincuenta de San Isidro” y habló de “la cantidad de producción que tiene la ciudad de Buenos Aires, que es asiento de las grandes compañías, de los grandes edificios, de las grandes marcas, de los grandes shoppings, de los grandes cines”.

“Vamos a ser un poquito más severos en términos de la apertura, del diseminado, de la ruptura en calle; va a ser una norma muy dura, que nosotros vamos a controlar, respecto del que pone una bolsa en la calle en donde esté contenerizado”, anunció el ministro, poniendo fin a ese segmento de la charla.

 

Las bolsas

 

Para insertar el tercer punto, reveló: “El año pasado hemos detectado que el 75% de nosotros, los vecinos, sacamos la basura en bolsas de supermercado; la ciudad de Buenos Aires consume mil cincuenta millones de bolsas plásticas por año. Es un disparate, ustedes saben que una bolsa la utilizan diez minutos y la tierra tarda doscientos años en digerirla”.

“Nos sentamos con la Cámara de Supermercados, y lo primero que les pedimos es que traigan biodegradables; obviamente, esa tecnología es todavía muy cara y no está tan fuertemente instalada en nuestro país. Entonces, lo que hicimos fue reglamentar la Ley 3147, que es la ley de bolsas, y en esa reglamentación prohibimos, por ejemplo, que las farmacias den bolsas plásticas: no puede ser que vayas a comprar un cepillo de dientes y te lo den con una bolsita plástica”, relató.

Observó también que “la bolsa de supermercado se fue achicando con el tiempo, y se fue haciendo más liviana” y que “eso obliga a que cuando vas al supermercado te lleves muchas bolsas”, por lo que informó: “Vamos a aumentar 20 o 30 % el tamaño y a hacerlas más resistentes”.

Y agregó: “Si estamos poniendo tachos verdes y tachos negros, y unificando todo en el verde y el negro, lo que hicimos fue obligarlos a que a partir del 9 de octubre empiecen a dar  una bolsa negra y una bolsa verde”.

Informó asimismo que “algunos supermercados dicen adelantarse en esta operación y otros han jugado más fuerte, en vez de hacer bolsas plásticas están haciendo bolsas de papel”.

 

El CEAMSE

 

“Si todos nosotros empezáramos a cambiar -por el cambio climático, por tratar de reducir las emisiones de gases, porque no tenemos más relleno sanitario- yo creo que podríamos reducir de un 30 a un 35% la producción diaria [de residuos] que tiene nuestra ciudad; y si reducimos eso, no tengan dudas de que la ciudad va a estar mucho más limpia”, aseguró, dando inicio al siguiente tramo de la charla.

“Si reducimos un 30 % de 6 millones, es un millón ochocientos menos; todavía hay cuatro millones doscientos. ¿Qué hacemos con esos cuatro millones doscientos?” se preguntó a continuación, para responder que “los vecinos de Buenos Aires terminamos dependiendo de otro distrito para enterrar la basura”.

Destacó en ese sentido que “por depender de otro distrito pagamos un 100% más cara la basura, porque subsidiamos a la provincia y le hacemos logística” y puntualizó que “hoy, de las cuatro centrales de transferencia que tiene la ciudad de Buenos Aires, tres son utilizadas por la provincia de Buenos Aires”.

Eso sucede, aclaró, “porque el CEAMSE [Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado], un sistema solidario e integrado creado hace más de treinta años por el ingeniero Lauría, hace que todo el sur de la provincia de Buenos Aires haga logística en la ciudad”.

Especificó seguidamente que “Pompeya, Zavaleta y Flores son las tres plantas de transferencia” y que “tres de cada diez camiones que salen de la ciudad son de la provincia de Buenos Aires”.

Remarcó que como “nosotros no tenemos tierra donde enterrar la basura, cuando se creó el sistema se dijo que es integrado” y “se habló de la solidaridad”; explicó que la ciudad entierra sus residuos en territorio bonaerense “y paga un poco más, porque somos socios al 50 %, de la provincia de Buenos Aires”.

Y objetó: “Si la provincia entierra 12 mil toneladas por día y nosotros 6 mil, y pagamos fifty fifty, estamos subsidiándoles a ellos: eso es el sistema del CEAMSE, pero está agotado”.

 

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En un último tramo de su charla, antes de dar intervención a los vecinos, Santilli sostuvo que “en cualquier ciudad del mundo, la basura sólo decreció por dos razones centrales: o porque los vecinos comenzaron a separar, o porque hubo crisis”.

A continuación, anunció que “el 15 de octubre la ciudad de Buenos Aires inaugura la primera planta de la República Argentina para el tratamiento de un millón de kilos día”. Hizo saber asimismo que “otro de los problemas que tenemos en la ciudad es que producimos dos millones de kilos de escombros por día”, e informó: “En treinta días abrimos los sobres de la licitación para dos millones de kilos día; esa es la planta en que vamos a reciclar, si Dios quiere, casi un 80 %; y obviamente hay una licitación para otros tres millones de kilos”.

No dudó en afirmar después que “la realidad es que tenemos un sistema de recolección viejo, obsoleto y que no funciona, y que va de repaso en repaso y nunca cambia”.

“Tenemos que ir a un sistema ágil de recolección de residuos y fuerte en la limpieza, para que una vez que lo tengamos no necesitemos decirle al vecino que limpie, sino que no ensucie, nada más”, enfatizó.

Y subrayó: “Ese es el concepto de algunas ciudades avanzadas de nuestro país y de todas las del mundo”.

 
Haydée Breslav (para La Rayuela y Tras Cartón)

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