“Buscamos resignificar la muerte y honrar la vida”

La familia de un niño fallecido de Villa Devoto, una amiga y una artista plástica unieron a la comunidad del Colegio de la Misericordia en la elaboración de un emotivo mural. Lo que era un homenaje al “pequeño Mateo” se transformó en una obra colectiva para honrar a centenares de seres queridos muertos, utilizando la figura de una mariposa que desplega sus alas para volar.

La pérdida de un ser querido supone distintas etapas en la conciencia de sus allegados. Amén del duelo y la tristeza lógicas, suele llegar un momento de aceptación y a partir del cual se busca resignificar la ausencia, logrando recordar al fallecido/a con alegría y sobretodo, presencia. Este objetivo persiguió, y visto los resultados, consiguió una familia de Villa Devoto, que perdió a su hijo hace siete años, y con gran ayuda de una amiga, una artista plástica, y toda una comunidad educativa, le hizo un emotivo homenaje al niño.

La historia tiene nombre propio: Mateo Santana, un chiquito fallecido a los 6 años de edad. Pero el resto de las protagonistas se unieron de manera inexplicable, o tal vez, producto del destino. En su hogar junto a su hija, la artista plástica Mariana Elmo, veía in situ el “ciclo de la oruga”, en la que este insecto regalado por Lorena Rodríguez (amiga de Mariana y autora de una de las frases plasmadas en el mural) crecía hasta convertirse en mariposa. En una charla con una amiga y colega suya, Georgina Tumulty, le narró el deseo de convertir este hecho natural en una obra que actúe como metáfora del “efecto mariposa” y la transformación. Para Georgina no fue difícil trasladarlo a la realidad: una historia así vivía hace años su amiga Valeria Marcello, la madre de Mateo.

Así, nació la idea de realizar un mural con la figura de una mariposa. Elegir el lugar no fue complejo: el Colegio Nuestra Señora de la Misericordia de Villa Devoto, de Asunción 3780, se impuso con obviedad. Allí había asistido hasta su muerte el chiquito, y era el lugar donde eligió permanecer, formar amigos y finalizar el secundario, su hermana mayor, Cata.

“Cuando murió Mateo, los directivos que estaban en ese momento hicieron las cosas muy mal, desde la no acción, la omisión o con actitudes sin fundamento. Pero él seguía estando presente para sus compañeros, en cada momento, al punto que lo nombraron en la ceremonia de colación de 7mo grado y lo incluyeron en las fotos de egresados. La actual conducción, a cargo de una congregación de Hermanas, tuvo una actitud completamente distinta y en todo momento nos quisieron ofrecer disculpas y gestos para congraciarse, a pesar de que no tenían responsabilidad en lo hecho entonces. Y se pusieron a disposición total”, cuenta Valeria.

Ante el pedido de Georgina, ofrecieron dos paredes de la institución para comenzar la obra. “Nosotras estábamos acostumbradas al perfil bajo al hacer nuestros murales, pero esto fue lo opuesto, maravilloso. Pasaba la gente y sin preguntar, entendía de qué iba la obra”, dice Georgina, cuya hija era compañera del chiquito fallecido. “Fue increíble la cantidad de gente que se prendió. Desde el mismo momento, en el colegio se sumaron maestras, personal, y los propios chicos, que rompieron la pared en el primer paso y estuvieron luego en las jornadas de confección del mural”, aporta Valeria.

La idea fue hacer un mural colaborativo. “El mural es una construcción social. Tenés por un lado lo decorativo, por el otro, lo social, y hay diferentes formas de incorporar a los demás. En este caso fue con las mariposas y con los materiales”, indica Mariana. Por eso la primera etapa incluyó aportar elementos  en desuso como vajilla que estaba guardada en casas de familiares, partes de botellas rotas, y varios más. “Lo que más me sorprendió fue una amiga que fue a un local de Mostaza que estaban remodelando y aprovechó y trajo un montón de cerámicos rojos. Ni me conocía”, celebra Valeria.

En cuestión de días, eran decenas de personas frente a las paredes colocando sus mariposas. “Todo fluyó de una manera espectacular. La gente entendía todo”, indica la artista, quien afirma que no dudó al ser convocada por Georgina porque “una cuando hace arte, es importante el contenido, lo que se cuenta. Y con esto logramos llegar a algún lado, mover corazones”.

Las jornadas de trabajo tuvieron historias y vivencias muy emotivas. “Hay una vecina de enfrente que había perdido una hija, y le costó tres días cruzar y hacer la mariposa, no podía. Ahora está feliz. O una chica de Mar del Plata que estaba de visita, paseando con amigas, algo raro porque no es una calle muy de paseo. Había perdido a su hija hace dos años, y le dijimos, vos sabes qué te trajo hasta acá. Nos fundimos en un abrazo”, revela Georgina.

Como el mural fue haciéndose “viral” en redes sociales, y mucha gente pasaba por el lugar y se interiorizó del tema, se siguieron sumando mariposas. Georgina le puso una condición a quienes la contactaban para impregnar el nombre de su familiar muerto. “Yo les decía que además de decirme el nombre, me cuenten algo que les haga reir, su comida favorita, su historia de amor, para recordar a quien ya no está con una sonrisa”, explica.

“Había matrimonios que parecía que estaban concibiendo de vuelta a sus hijos, por cómo se reían, cómo disfrutaban. Sin dudas se unieron muchas personas a hacer resiliencia. Y lo importante, una cosa que buscamos, es que esto es algo que no se va a destruir, que va a perdurar, va a ser permanente”, aporta asimismo.

“Las jornadas se vivieron con alegría y mucha conexión espiritual. A pesar de que a todos nos duele haber perdido un ser querido, esto se hizo desde el amor y la felicidad de homenajearlos”, plantea Valeria.

“El dolor que tenemos no desaparece, va a estar toda la vida, pero acciones como esta ayudan a poder encontrarle un sentido a la vida. Lo importante es poder transformarlo en algo que es amor. Mateo se murió físicamente, pero esto demuestra que no su alma, porque sigue generando y haciendo todo esto. Dejó una huella tan grande que me llena de emoción, y lo veo al ver a sus compañeros, para ellos también fue útil convertir parte de su tristeza en cada golpecito a la pared. Entendemos que nadie muere mientras sea recordado”, reflexiona..

“Fue una resignificación de la muerte y honrar la vida, darle otro sentido. Estoy inmensamente agradecida a las chicas que aportaron tanta dedicación, talento y amor y a cada uno que se acercó para hacer esto que se convirtió sin dudas en algo de todos, dedicado a aquellas almas que abandonaron su cuerpo físico para volar con sus alas de mariposas”, describe también Valeria.

El mural se dio por finalizado el 22 de mayo, pero todavía muchas personas siguen contactando a las impulsoras para sumarse. “Esto es así, no termina más”, dice Mariana, quien tiene en mente expandir este efecto mariposa con obras similares en otros lugares. Georgina, en tanto, anhela construir dos bancos de cemento para quienes desean y quieran sentarse a contemplar el mural. “Emana una energía hermosa”, sostiene. “Todo surgió desde el amor”, señala, como cierre, la mamá de Mateo.

Por Mateo Lazcano

 

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