Hospital Zubizarreta: cierre para otro año de entrega y servicio para el personal y la Cooperadora

Solidaridad

La pandemia siguió haciendo sus estragos, y afectó al personal de salud del centro de salud de Villa Devoto, que sufre ahora avergonzantes ataques de los pacientes. En paralelo, el esfuerzo de la Cooperadora permitió incorporar equipos necesarios, sumado a la gran noticia de fin de año: la llegada del ansiado tomógrafo.

Por segundo año consecutivo, el brindis del 31 de diciembre encontró al Hospital Zubizarreta de Villa Devoto en medio de una desgastante lucha contra la pandemia. El 2021 finalizó para el personal y el entorno del centro de salud con el cansancio a cuestas, pero con esperanza en el impacto de la vacunación y la satisfacción por la tarea efectuada. En tanto, la acción de la Cooperadora y las donaciones reunidas dejaron buenos motivos para recibir al 2022.

El año comenzó para los trabajadores de salud con la paulatina vacunación, que acabó con una dramática lógica que se repetía en los hospitales y clínicas, donde los contagios o aislamientos preventivos mermaban temporalmente la cantidad de personal disponible, y el restante debía responder a la altísima demanda.

“Las vacunas nos empezaron a dar un poco de tranquilidad. Por suerte en el Zubizarreta contamos siempre en términos generales con todos los insumos para poder trabajar. Pero el miedo estuvo en cada momento, ya cuando está en una situación tan inédita no se sabe hasta cuándo se está protegido”, explica el doctor Clemente Berardi, miembro del equipo de Pediatría.

En este racconto, recuerda y destaca que en varias ocasiones desde la llegada de la pandemia “muchos de los médicos y profesionales del hospital en general, como fonoaudiólogos, psicólogos, y enfermeros, por citar algunos, han tenido que hacer trabajos que no eran justamente de su especialidad, prestando una colaboración tremenda”. Este reacondicionamiento se sumó al llevado a cabo en la cuestión organizativa ante la incesante llegada de pacientes. Berardi indica que el sector de Pediatría que integra, cedió su área de internación para pacientes con COVID.

En el aspecto personal, el coronavirus significó un desafío sin precedentes para los médicos, independientemente de la edad o trayectoria que tengan. “Fuimos siguiendo un poco el diario del lunes, al ver lo que pasaba en el norte. Pero no se sabía nada. Cuando empezó todo esto, me reuní con mi familia y les dije: “miren, yo necesito estar porque esto es como si hubiera una guerra””, rememora. Para el doctor Clemente, incluso, la pandemia es peor que un conflicto bélico para una sociedad: “aquí ni podés ver cómo se mueve el enemigo y tampoco hay posibilidad de rendirse para acabar con el combate”, plantea.

El COVID encontró a este destacado médico en un momento bisagra de su vida: estaba cumpliendo los 65 años y aspirando a la jubilación. “Yo siempre sentí que tenía que estar, y además no quería que esta situación me jubile. Cuando empecé la universidad había leído sobre la pandemia pero por suerte nunca habíamos tenido que poner en práctica algo similar, a excepción de la Gripe A de 2009, aunque resulta incomparable. Entonces me propuse seguir trabajando”, cuenta Berardi, que finalmente presentó los papeles para jubilarse en noviembre último.

El relato sirve para reflexionar sobre el esfuerzo y entrega efectuado de manera colectiva por todo el personal de salud, y se contrapone con una patética respuesta de parte de la sociedad. “Yo no he sufrido agresión, pero sé que otros colegas sí. Ante una demanda aumentada, el profesional padece el burn out. En el interior de cada profesional se busca satisfacer las necesidades de cada paciente, pero te das cuenta que es imposible. El tema es que no es algo que dependa de nosotros. Esto sobrepasó a todos los hospitales o clínicas, nadie estaba preparado”, responde.

Este destacado doctor no tiene dudas al ser consultado sobre lo que puede permitir dejar atrás otra amenaza del coronavirus. “Los pediatras somos los que más sabemos de vacunas, porque estamos en contacto permanente con ello en los más pequeños. La vacuna después del agua potable y los antibióticos son la tercera intervención en salud pública que más ha salvado vidas. Hay que tener paciencia, seguramente encontremos en el futuro una vacuna que sea mucho más eficiente y segura, pero por ahora más allá de reacciones adversas nadie se murió por inmunizarse, por lo que es fundamental hacerlo”, invoca.

En relación al rebrote actual, que dejó cifras récord en los últimos días del año, Berardi anticipa que hasta ahora el alza de positivos no se trasladó a una ocupación de camas. “Esto es algo muy contagioso pero muy poco probable de tener tanta mortalidad como al principio. Ojala sea el último año de la pandemia”, dice, en un deseo generalizado de todo el personal.

Las acciones de la Cooperadora

Si se mide lo más relevante del año en el centro de salud situado en Nueva York 3952, no puede dejarse afuera la noble tarea de la “Asociación Cooperadora” del Hospital Zubizarreta. La misma sufrió un cambio de autoridades en agosto, asumiendo la presidencia José Antonio Rubio.

“Me tocó ser continuador de una gran gestión anterior, y este año pudimos tener varios aspectos positivos y un hermoso desafío”, dice. Por un lado, menciona que la Cooperadora hizo posesión, bajo la figura de albacea testamentario de disponer del 50% de los bienes de una vecina de Villa Devoto, que en vida había decidido otorgar a la asociación. De los mismos, se ejecutó la venta de un departamento ubicado en la calle Nueva York, que dio más aire económico a la institución.

“El dinero está encaminado, y con la intervención de la directora Lidia Borrelli, estamos viendo qué necesidades le hacen falta comprar al hospital y dar nuestro aporte”, explica José Antonio. A esto se suma la concreción de un anhelo que llevaba años y mantenía en vilo a toda la comunidad del Zubizarreta: la adquisición del tomógrafo, concretado en los últimos días del año producto de una donación de la familia del exfutbolista Damián Manusovich.

En paralelo, la Cooperadora compró dos insumos claves para el día a día del hospital. Uno es el del nuevo “Microscopio Trinocular”, marca Carl Zeiss. El mismo es un tipo de microscopio equipado con tres oculares, lo que permite que sea usado por un observador y al mismo tiempo conectar una cámara digital al tercer ocular. De este modo, explica, puede observarse cómodamente la muestra y simultáneamente capturar imágenes de las observaciones. El aparato permitirá los estudios pertinentes al servicio de anatomía patológica y a la capacitación de su persona.

Por otra parte, se acaba de concretar la adquisición de un equipo llamado “arco en C” móvil. Este está diseñado para uso en gastroenterología, urología, cirugía de urgencias, ortopedia y cirugía general, y permite efectuar cirugía laparoscópica evitando estadías prolongadas de internación.

“Estamos abiertos a otras necesidades del hospital y las concretaremos con lo que podamos”, invita Rubio, quien destaca que el día a día de la cooperadora lo lleva junto a Juan Carlos Ardanaz como vicepresidente, Juan Carlos Santorsola como secretario y Mario Maccione como tesorero.

Dentro de los deseos de cara al año próximo, Rubio hace un firme llamado para invitar a nuevos socios a la institución, interpelando un aspecto irrefutable en estas jornadas de pandemia.  “Vemos la llegada de nuevos vecinos a Devoto, y otros tantos que están desde siempre, y consideramos que sería muy importante que la gente se asocie y ayude al hospital. Esto es algo que se devuelve a la comunidad. Nuestro primer lugar, siempre ante un episodio inesperado es el hospital, para todos, aunque tengas prepaga. Y que nuestro querido Zubizarreta este equipado es algo saludable para el vecindario”.

Por Mateo Lazcano

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