Los centros culturales, el dolor de ya no ser

Centros Cultureales

Pese a que desde hace algunas semanas volvieron a estar permitidas las actividades, la gran mayoría se mantiene en la virtualidad, y aguarda por los próximos meses para ir, de a poco, reabriendo el telón.

Si hay una frase que dice “hay que pasar el invierno”, bien vale aplicarla para la realidad de los centros culturales. Estos espacios son referentes en los barrios, y Villa Devoto y Villa del Parque no son la excepción. Se trata de lugares que viven del encuentro, los vínculos y la interacción entre sus visitantes y coordinadores de las distintas propuestas, por lo que las restricciones los golpearon de lleno.

De acuerdo a las medidas dispuestas por el Gobierno de la Ciudad, tienen permitido volver a recibir alumnos y visitantes desde finales de junio. Pero son pocos los que han comenzado a plantear la vuelta: la mayoría aguarda por los próximos meses, cuando la primavera permita hacer actividades al aire libre y la vacunación se amplíe aún más. El escenario actual combina entonces mucha propuesta virtual, en un tiempo marcado por el desánimo ante la situación, pero creatividad y tiempos de reflexión acerca de cómo encaminar el futuro.

“Resurgimiento” se encuentra en Artigas 2262, Villa del Parque. El pasado 12 de julio cumplió 17 años. En este mes se dispuso la vuelta de algunas actividades, paulatinamente y con protocolos. Danza clásica, jazz, contemporáneo para jóvenes y adultos, reggaetón para niños y adolescentes, circo, gimnasia artística, canto, pilates, gimnasia y elongación para adultos fueron las que se retomaron, cuentan desde el centro cultural.

“Es lo que podemos hacer, porque Resurgimiento tiene algo muy atípico que es que tiene un centro de salud (“La Paternal 1”) delante suyo. Eso es lógicamente un limitante durante una crisis sanitaria. A la vez, las actividades que dependen del Gobierno de la Ciudad todavía no volvieron por decisión de las autoridades”, explica Daniel Saint Hilaire, coordinador del lugar.

En paralelo varias de las propuestas se mantienen online, y se espera con énfasis el regreso de los espectáculos teatrales que el espacio tenía. “Cómo los extrañamos”, añora Daniel en diálogo con este periódico.

“Líneas de Fuga” es otro referente en la zona. Está situado hace cinco años en Melincué 4276, Villa Devoto. “El impacto de la pandemia fue fuertísimo, como a todos los espacios culturales. Hicimos todo lo posible para sostener. Nos ayudó gente como el filósofo Diego Singer, que venía a nuestro espacio como a otros, a dar charlas y se pusieron a disposición. No contamos con ningún subsidio”, revela Cristina González, “inspiradora cultural” del espacio.

Desde que se levantó el veto a las actividades, algunas de ellas volvieron, como yoga, teatro y canto grupal. Lo hacen con protocolo y con algunas medidas especiales ante las limitaciones de espacio, como rotar los grupos que antes concurrían dos veces por semana. Cristina señala que si bien no regresó toda la gente que asistía en la pre-pandemia, la convocatoria es buena.

Respecto al futuro, cuenta que las/os coordinadores del lugar utilizaron el tiempo de cierre para “repensarnos en nuestro interior y ajustarnos a lo que nos proponíamos al principio, cuando empezamos”. “En el camino fuimos investigando, viendo, probando. Ahora queremos delimitar más y centrarnos como con objetivos más concretos ligados al pensamiento y el arte”, detalla.

Como anhelo para el período que viene, insta a que la cultura sea “una pata más importante en la sociedad”. “La situación nos desbordó a todos. Vi cerrar a muchos, sobretodo a algunos que alquilaban el espacio. Deberíamos tal vez tener una red de vínculos que nos sostenga entre los distintos centros culturales”, reflexiona. “Ojalá que salgamos de esto más potenciados y con nuevas propuestas”, pide desde “Líneas de Fuga”.

En el Centro Cultural Devoto – Villa del Parque (Nueva York 4169), la situación está atada a las disposiciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Por ello, aún no se ha retomado ninguna actividad presencial, y los encuentros se realizan a través de la plataforma Zoom. No obstante, para agosto está previsto incorporar gran cantidad de talleres, siempre bajo la mencionada modalidad, y existe una esperanza de que cuando llegue el clima cálido puedan dictarse algunos al aire libre.

Algunos de ellos son actuación, artes visuales, audiovisuales, circo, comunicación, música y literatura. La inscripción a los mismos se realiza a través del sitio oficial del Gobierno porteño.

“La presencialidad es esencial, y permite a los vecinos establecer un contacto físico e intelectual con otras personas. Esto favorece el desarrollo cognitivo y es también un espacio de contención socio cultural libre y gratuito”, explica Beatriz Maubecin, coordinadora del centro que se mantiene abierto hace 37 años. A pesar de ello, destaca que “es importante reconocer que los cursos Onlíne, y otras alternativas similares que se están aplicando no reemplazan la presencialidad”.

Para Maubecin, “el resultado es una comunidad saturada por el encierro y la falta de comunicación que demanda un regreso gradual a la normalidad para recuperar los beneficios de un programa barrial que presta este servicio cultural”.

Con este contexto, la principal aspiración de estos espacios claves para la vida social y cultural de los barrios es superar cuanto antes esta etapa de la pandemia. Su nueva normalidad está lejos de ser la más amena para ámbitos que han permanentemente vivido de la interacción y el encuentro entre sus visitantes. Su primavera, si es que la mejora sanitaria coincide con el calendario, será entonces más esperada que nunca.

Por Mateo Lazcano

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