De autitos,  muñecas y Candy Crush…el jugar de los nativos digitales

En nuestra experiencia como coordinadoras de talleres de reflexión para padres en el nivel primario de enseñanza,  frecuentemente resuena la preocupación por la posible conducta adictiva que los videojuegos,  en sus diferentes soportes,  podrían generar.  Tal consideración se suele fundamentar en la insistente y señalada imposibilidad de los chicos para “desconectarse”.  Si bien es cierto que el jugar puede patologizarse adquiriendo una conducta repetitiva y monótona (entre tantos otros indicadores);la “conexión” con el jugar acaso no representa,  en el léxico de los nativos digitales,  la experiencia de consustancialidad que los niños siempre han tenido con el juego.  Más preguntas nos surgen en relación al juego de los niños y,  quizás también,  al vivir de los niños en los tiempos que corren o, mejor dicho, que nos corren!!!

Qué es jugar? Qué lugar ocupa el jugar en la vida de un niño?  El jugar tiene un lugar posible en las agendas sobrecargadas de actividades,  tratamientos y actividades extraescolares de los niños de hoy? Los niños juegan más o menos que antes?  El jugar es sólo una actividad reservada para la infancia?  Cómo pensamos  los adultos  el jugar de los niños?

¿Es posible pensar a un niño– sujeto en construcción–  pudiendo dosificar adecuadamente tiempo,  espacio y actividades?  En qué momento el “no poder” propio de la inmadurez de un niño devino patología?  Y en tal caso,  qué imposibilidad está en juego?

Otra vez!…otra vez!…otra vez!…son palabras que los niños usan para implorar por la continuación del juego.  Un “ratito más,  porfa” y así tratan de seguir habitando esa mágica zona del jugar.  Desde siempre los chicos se han lanzado al juego y se resisten a abandonar el jugar.  El jugar es un hacer atrapante y placentero.  La buena salud de la que goce el jugar no depende del soporte a través del cual se despliega ;sean autitos,  muñecas o consolas de videojuegos.  Hoy parece que el juego se despliega básicamente en las pantallas.  Efecto de los avances tecnológicos?  Tal vez…pero no solamente  Si pensamos que el espacio público,  en el cual se daba el juego:(la plaza,  la vereda,  la calle)se ha retraído hacia el ámbito de lo privado,  se torna necesario pensar el jugar de los niños desde una mirada multifactorial,  desde la singularidad de cada niño y también desde las marcas que los tiempos virtuales imprimen en las subjetividades de la época.

El jugar es algo tan serio para un niño como lo es el mundo del trabajo para los adultos.   Que un niño pueda y quiera jugar es un indicador de salud,  siendo el jugar una actividad necesaria y vital en la vida de un chico.  El juego no puede pensarse como simple pasatiempo o entretenimiento.  A través de esa actividad el niño construye recursos afectivos,  simbólicos,  sociales.  En el mejor de los casos,  la cualidad lúdica alojada y construida durante la infancia logrará funcionar como un capital capaz de trasvasarse a otras actividades y etapas de la vida.  El humor,  la creatividad y la experiencia cultural llevan la marca de aquel origen lúdico.

El juego funciona como un escenario clave y vital en la construcción subjetiva de un niño.  Cobra diversos matices y espesores a lo largo de la historia vital de un sujeto.   En este sentido,  constituye una experiencia indispensable de ser vivida por todo niño.   Lejos de atentar contra la asunción de las tareas y las responsabilidades,  habilita una zona de descanso frente al agobio de la vida.

Quizás el desafío consista en romper con innecesarios binarismos o disyunciones y pensar en un necesario entrelazamiento de aspectos que todo vivir saludable  requiere. Entonces  la presencia de los adultos resulta fundamental como garantes de la experiencia lúdica.  Que jugar sea posible,  que no se arruine con prematuras exigencias y que se articule con otros aspectos de la vida continúa siendo el cotidiano trabajo de la parentalidad.

 

Autoras: Lic. María Eugenia Farrés (mefarres@hotmail.com); Lic. Silvina Ferreira dos Santos (ferreira2santos@gmail.com); Lic. Viviana Veloso (vivianaveloso@yahoo.com.ar).

 

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