El Organito

El OrganitoEl pasado domingo 10 de marzo se estrenó en el Teatro de la Ribera (Avenida Pedro de Mendoza 1821) El organito de  Armando y Enrique Santos Discépolo, dirigida por Julio Baccaro. El elenco está integrado por Rubén Stella, Carolina Papaleo, María Ibarreta, Emilio Bardi.

 

El Organito fue elproducto de la colaboración de Armando Discépolo con su hermano Enrique Santos, y la obra es un exponente canónico del grotesco criollo. Según David Viñas en su ya clásico trabajo Grotesco, inmigración y fracaso: en esta obra “el grotesco englute todo, hasta la escenografía.” A diferencia del optimismo previo a 1919 y del pesimismo cauteloso o escepticismo, ahora “se bordea el cinismo: el mal no se lo conjura ni se lo justifica, se lo asume y también se lo ‘interioriza’. Ya no se es torpe; nacer es torpe: ahí radica ‘el primer tropiezo’. Vivir es grotesco. (…) Ya no hay discursos ni malentendidos ni cuchicheos, sino idioma craquelado, corroído y telegráfico por prescindencia total de la norma: el lunfardo no es sólo el lenguaje secreto y el idioma de los rincones, sino el síntoma de la rebelión contra la inercia de los adaptados.”

El organito tiene como protagonista a una familia de inmigrantes italianos en la Buenos Aires de la década del ’20. El padre de esta familia, Saverio, es un organillero que para ganarse la vida se vale de diferentes medios para sacarle el dinero a la gente, siempre apoyándose en el “negocio” de la limosna. Así fue amasando lentamente una fortuna, que va guardando mientras vive como un pordiosero.

Uno de los conflictos de la obra es su enfrentamiento con su cuñado, Mama Mía, con quien salía a mendigar hasta que descubre a Felipe, el hombre orquesta, enamorado de Florinda (la hija de Saverio). El organillero se aprovecha de los sentimientos amorosos de Felipe para explotarlo y así poder aumentar sus ganancias. Otro conflicto es el que estalla con sus hijos, Nicolás y Humberto (y también Florinda), que si bien aprenden del oficio de su padre, lo desprecian porque los obliga a vivir en la miseria y porque, como dice Viñas, “los hombres nuevos no toleran la existencia del grotesco dentro de los límites de su propio cuadro familiar. Más aun, para poder validar su personalidad necesitan la eliminación de esa figura que no sólo concentra un proyecto frustrado, sino que se les insinúa como modelo y destino de vida. (…) El viejo Padre Grotesco se ha hinchado hasta coincidir con los límites del escenario. Y como ni les habla ni les presta dinero, sus hijos, miserables y asfixiados, se le ofrecen como sepultureros.” Mientras tanto, Anyulina, esposa de Saverio, se entrega al alcohol, pero es “la única por la que se siente compasión y a la que se intenta rescatar hasta instaurarla como ideal”.

Armando Discépolo (1887-1971) fue el iniciador de un nuevo género nacido en Buenos Aires: el grotesco criollo, una especie de ruptura con el optimismo ingenuo que exhibía el teatro argentino de las primeras décadas del siglo XX. Su obra describe episodios que cobran vigencia en este siglo XXI, como el choque generacional, la desintegración de la familia, la miseria y la frustración de la juventud.

Desde temprana edad manifestó pasión por el teatro, pero fue recién a los 18, cuando murió su padre, que decidió dedicarse por entero a la dramaturgia.

Tuvo la suerte de que Pablo Podestá, el actor más importante del momento, se entusiasmara y aceptara interpretar su primera obra teatral. Entre el hierro, que fue un verdadero éxito. A partir de ese momento, Discépolo presentó una o dos piezas por año.

Sus obras más reconocidas: Mustafá, Giácomo, Muñeca,Babilonia, El organito, Stéfano, Cremona y Relojero, escritas entre 1921 y 1934.

Todas ellas comparten las atmósferas depresivas y la exaltación de las contradicciones de sus protagonistas, quienes -tras una máscara de absurda comicidad- soportan un profundo dolor y viven aferrados a un tiempo avasallado por un progreso que los asfixia. Discépolo supo mostrar las miserias de un orden social despiadado e injusto a través de la pintura de la vida cotidiana de humildes, fracasados e inmigrantes.

Tras la puesta en escena en 1934 de Relojero, la última obra que escribió, se dedicó por entero a la dirección teatral y a otras empresas culturales.

Armando Discépolo murió el 8 de enero de 1971, a los 83 años, en plena actividad.

 

 

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